La Princesa siempre gobernaba desde el silencio. Se callaba cada vez que veía como el Rey ejercía su jerarquía de mal modo. Lloraba sin demostrarlo al no poder escapar de la rutina de ese mundo al que estaba condenada por masoquista. Vivía en una constante y callada desesperación. Por más que la Princesa consiguió su Príncipe, su héroe era mandado a pelear batallas y volver de vez en mes solamente, así que esa es una historia para ser contada en otra ocasión.
Cierto día aparece un Jóven en Traes Leña y se hace muy amigo de la Princesa. Conoce un mundo que le era extraño, diferente y nunca se enteró que existía un Rey en ese universo. Para él todos los días eran felices, se divertía, conoció mucha gente excelente aunque siempre sintió que había algo que estaba matando a la Princesa. Y quizá, por qué no, a unos cuantos de los pueblerinos de dicho Reino.
No es hasta una gran fiesta en el ficticio pueblo de Traes Leña donde finalmente el Jóven conoce al Rey. Lo conoce, no por nombre, no por saber que siempre estuvo allí, sino que realmente sabe quién es. Y, sin nunca comprender por qué, el Rey descarga toda su tiranía contra este Jóven expulsándolo de Traes Leña. Es en este momento en donde hay un quiebre en la pacífica Traes Leña y donde la tranquila psicología de los personajes comienzan a desvirtuarse. La Princesa intenta por todos los medios salvar a su amigo, sin quedar en evidencia su desacuerdo contra la dinastía de poder, y con ella, varios pueblerinos también. Es lo que hizo que el Jóven logre sobrevivir a esos oscuros días que le tocó vivir entre las sombras.
Así pasan los días en donde el Rey se va dando cuenta lo injusto que pudo haber sido en sus sentencias. En donde logra entender, se dice, que estaba pidiendo ayuda de la forma equivocada. En donde cae a la realidad y ve que el mundo perfecto que era Traes Leña se convirtió en un pueblo lleno de amargura y desolación.
Tal vez el Rey deba dejar el orgullo a un lado y reconocer cuándo se hacen las cosas mal. Tal vez la Princesa, por qué no, deba intentar tomarse las cosas de otra manera y aceptar que hay personas que piden ayuda con los ojos y a los gritos, por más que las rodeen el silencio. Tal vez el Jóven quiera detener la guerra secreta que siempre existió y quiera ponerle fin a tantas batallas que sólo dejan heridas y donde nadie gana nunca nada.
Esta historia me la contaron. Dudo muchísimo que sea cierta.


